Fuera de las negociaciones oficiales, la justicia de género gana fuerza en las calles de Belém
La Cumbre de los Pueblos entrega una carta con 15 puntos al presidente de la COP30 y reafirma que la justicia climática pasa por la justicia feminista
Autora: Flávia Santos
Edición: Jane Fernandes y Mariana Rosetti
Traducción: Leandro Manera Miranda / Verso Tradutores
“Queremos un mundo con justicia feminista”, exige la Carta de los Pueblos, documento elaborado por la Cumbre de los Pueblos, que reunió a más de 23.000 personas acreditadas entre el 12 y el 16 de noviembre en la Universidad Federal de Pará (UFPA). El texto, que presenta 15 puntos que sintetizan las demandas de los movimientos populares de todo el mundo para enfrentar la crisis climática, fue entregado al embajador André Corrêa do Lago, presidente de la COP30.
La Carta es el resultado de una movilización iniciada aún en 2024, que reunió a movimientos sociales, pueblos indígenas, comunidades quilombolas, pescadores artesanales y organizaciones de la sociedad civil para presionar por una participación política efectiva en las discusiones climáticas. Si la justicia de género sigue al margen de las negociaciones oficiales de las conferencias del clima —como mostró AzMina en este reportaje—, en las calles de Belém la historia es otra.
El documento final fue construido durante la conferencia a partir de seis ejes de convergencia que guiaron los debates y asambleas a lo largo de la semana. Uno de ellos estuvo dedicado específicamente al “feminismo popular y las resistencias de las mujeres en los territorios”, donde se discutió cómo la crisis climática impacta de manera diferenciada la vida de las mujeres y cómo ellas han sido protagonistas en las soluciones construidas.
“Nuestros cuerpos y territorios son blanco de ataques, pero también son espacios de cuidado y de fuerza. Somos nosotras quienes sostenemos la vida en las comunidades, quienes cuidamos la tierra, el agua, el hogar y a los mayores. Hablar de justicia climática es hablar también de justicia de género, de raza y de territorio”, declaró Ediene Kirixi, lideresa del pueblo Munduruku, durante uno de los eventos de la Cumbre de los Pueblos.
Los otros cinco ejes abordaron territorios vivos y soberanía alimentaria; reparación histórica y combate al racismo ambiental; transición justa e inclusiva; democracia e internacionalismo de los pueblos; y ciudades justas y periferias urbanas.
Mujeres en la Carta
La Carta de los Pueblos fue entregada al embajador de la COP el domingo (17). En su introducción, el texto aborda la realidad de las mujeres y afirma que “las comunidades periféricas son las más afectadas por los eventos climáticos extremos y por el racismo ambiental” y enfrentan “la ausencia de acciones de justicia y reparación, en especial para las mujeres, jóvenes, personas empobrecidas y no blancas”.
Racismo ambiental es el término que describe cómo las poblaciones negras, indígenas y empobrecidas están desproporcionadamente expuestas a riesgos ambientales: viven más cerca de vertederos, zonas de deslizamientos de tierra, áreas inundables y territorios contaminados. Los datos muestran que estas comunidades son las que más pierden sus hogares, sus medios de subsistencia y, muchas veces, sus vidas cuando ocurre un desastre climático.
En este contexto, las mujeres cargan con el peso adicional de garantizar la supervivencia de sus familias en medio del caos. Según el Censo Demográfico de 2022, la población que vive en favelas y comunidades urbanas en Brasil es 51,7 % femenina.
Entre los 15 puntos de reivindicación, el noveno está dedicado íntegramente al trabajo de cuidados, desempeñado mayoritariamente por mujeres. “Los trabajos de reproducción de la vida deben ser visibilizados, valorados, comprendidos como lo que son —trabajo— y compartidos por el conjunto de la sociedad y por el Estado”. Además, la Carta refuerza que las mujeres no deben ser responsabilizadas individualmente por las tareas de cuidado.
No es casualidad que, entre las personas que declaran realizar trabajo doméstico y/o de cuidados remunerados, el 93,9 % sean mujeres y solo el 6,1 % sean hombres, según el Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea). El bloque concluye afirmando: “queremos un mundo con justicia feminista, autonomía y participación de las mujeres”.
A lo largo de todo el documento, la palabra “mujeres” aparece cinco veces. Además de los puntos ya mencionados, surge en la lista de grupos que participaron en la construcción de la Cumbre, en la denuncia del genocidio en Palestina —que afecta mayoritariamente a niñas, mujeres y personas mayores— y nuevamente en el punto sobre autonomía y participación femenina.
Agendas que se cruzan con las de género
La Carta aborda cuestiones que se cruzan con los debates de género, incluso cuando no las nombra explícitamente. “No hay vida sin naturaleza. No hay vida sin la ética y el trabajo de cuidados. Por eso, el feminismo es parte central de nuestro proyecto político”, afirma el documento.
La soberanía alimentaria, por ejemplo, es uno de los principales temas del documento y está profundamente vinculada a la vida de las mujeres. El concepto parte de la premisa de que no basta con tener alimentos suficientes, sino que es necesario tener control sobre cómo esos alimentos se producen, se distribuyen y se consumen.
Son las mujeres campesinas, indígenas y quilombolas quienes resguardan las semillas criollas, mantienen los conocimientos tradicionales sobre siembra y cosecha y garantizan la alimentación de sus comunidades. Cuando la carta reivindica “reforma agraria popular y fomento a la agroecología para garantizar la soberanía alimentaria”, está hablando directamente del trabajo de estas mujeres.
La transición justa es otro concepto que aparece con fuerza en el documento. La propuesta no es simplemente reemplazar los combustibles fósiles por fuentes renovables manteniendo la misma lógica de explotación. Una transición energética justa exige que las y los trabajadores, así como las comunidades afectadas, sean protagonistas del proceso y tengan garantizados sus derechos.
Movilización en las calles
La agenda de género también estuvo presente en las calles de Belém, ciudad sede de la COP30. El sábado (15), la Marcha Global por la Justicia Climática reunió a miles de personas. La manifestación congregó a pueblos indígenas, quilombolas, pescadores artesanales, estudiantes, sindicalistas y activistas de más de 60 países.
Kirtana Chandrasekaran, directora ejecutiva de Friends of the Earth International, contó que participó de la marcha en solidaridad con las miles de personas presentes. “Sabemos que estamos luchando contra el mismo sistema. El sistema capitalista, patriarcal, colonialista e imperialista que está causando la crisis que vemos hoy”, comentó.
El domingo (16), la Cumbre realizó el Banquetaço en la Praça da República, con distribución gratuita de alimentos a la población. El acto, organizado en alianza con movimientos de seguridad alimentaria, sirvió comidas preparadas con alimentos que serían descartados por ferias y supermercados, pero que aún estaban aptos para el consumo.
La barqueata, una manifestación realizada en embarcaciones el miércoles (12), reunió a mujeres indígenas, quilombolas, ribeirinhas, pescadoras y residentes de periferias urbanas. Vinieron de distintos lugares, pero estaban unidas por una misma agenda: enfrentar la crisis climática y las violencias que atraviesan sus cuerpos y territorios. Recordaron que no habrá justicia climática mientras quienes cuidan del agua, del bosque y de los alimentos sigan fuera de los espacios de decisión.
Ministras acompañan la entrega de la Carta
Sônia Guajajara, ministra de los Pueblos Indígenas, y Marina Silva, ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático —mujeres que son referencia en la lucha socioambiental brasileña— estuvieron presentes en la entrega del documento.
“La democracia se construye con la participación del pueblo, con escucha y con compromiso”. – Sônia Guajajara, ministra de los Pueblos Indígenas.
Marina Silva retomó una afirmación del presidente Lula de que la Conferencia del Clima en Belém es la COP de la verdad y de la implementación. Según la ministra, “lo que se ha hecho hasta ahora no ha sido suficiente, porque el clima ya cambió. Lo que vivimos hoy ya no es una urgencia: es una emergencia climática”.
El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, se comprometió a llevar las reivindicaciones de la Cumbre de los Pueblos a las reuniones de alto nivel de la Conferencia, que se realizarán en esta última semana de negociaciones. “Es una negociación súper difícil. Pero saber que la sociedad civil mundial tiene voz en Belém es absolutamente sensacional”, afirmó.
En entrevista con AzMina, la diputada federal Célia Xakriabá (Psol-MG), presidenta de la Comisión en Defensa de los Derechos de las Mujeres en la Cámara, reforzó que la Carta de los Pueblos será llevada a la mesa como una propuesta. “Quienes decidan no incluir todo el llamado de los territorios indígenas como solución climática, y no reconocer género y clima como solución climática, tendrán que asumir la responsabilidad como una consecuencia no solo de negacionismo climático, sino también de negacionismo de nuestra existencia”, concluyó.
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Esta nota fue producida por AzMina, en el marco de la Cobertura Colaborativa Socioambiental de la COP30. Lea el texto original en: https://azmina.com.br/reportagens/fora-das-negociacoes-oficiais-genero-ganha-forca-nas-ruas-de-belem/?swcfpc=1















