Más afectadas por el cambio climático, niños lideran el diálogo en la COP30
Más de 30 niñas y niños se sentaron a la mesa con cinco personas adultas en Belém para debatir sobre el cambio climático, plantear preguntas y responder a cuestionamientos sobre lo que está en juego en este momento: el futuro del planeta.
Texto de Laura Guido. Edición de Carla Fischer. Revisión de Samantha Mendes.
Traducción Leandro Manera Miranda / Verso Tradutores
Los niños, que casi no contribuyen a la crisis climática pero están entre los más afectados por sus impactos, asumieron el protagonismo en una rueda de conversación con cinco mujeres adultas en la COP30, en una actividad promovida por el Instituto Alana. El encuentro reforzó la importancia de garantizar espacio para las voces infantiles en los debates ambientales.
La urgencia de esta inclusión aparece en datos del Núcleo Ciencia por la Infancia, que indican que niñas y niños nacidos en 2020 enfrentarán siete veces más olas de calor que quienes nacieron en la década de 1960. Por eso, la participación infantil en los procesos de toma de decisiones se vuelve esencial para orientar políticas que garanticen un futuro más seguro.
Tres niñas y niños indígenas de los pueblos Manchineri, Sateré-Mawé y Baré —Luna Manchineri, Yará Sateré-Mawé y Vicente Baré— presentaron un manifiesto sobre las realidades de sus territorios y destacaron que estar en la COP es una oportunidad para contribuir “mientras aún hay tiempo”. “Nosotros, los pueblos indígenas, somos quienes más preservamos la naturaleza”, afirmó Vicente.
En Belém, adolescentes presentan una solución sostenible para reducir el calor en los salones escolares
Entre los jóvenes presentes en la COP30 estaban los estudiantes Dyéllem Gomes y André Acácio, de la Escuela Estadual Salesiana del Trabajo, en Belém. Participaron del debate presentando el Proyecto de Placas de Control Térmico, creado en septiembre de 2024, que reutiliza semillas de açaí descartadas de forma irregular para enfrentar el calor en los salones de clase.
La iniciativa transforma las semillas en una placa capaz de regular la temperatura del ambiente, funcionando tanto para frío como para calor, sin necesidad de energía ni de ajustes externos. El proceso incluye la recolección de las semillas, la trituración en un equipo industrial de la escuela, la mezcla con un aglomerante, el moldeado en bandejas y el secado al aire libre durante aproximadamente dos días.
Gracias al proyecto, los jóvenes llegaron al espacio institucional de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), con el apoyo del Instituto Alana. Para Dyéllem, ocupar este tipo de espacio amplía el alcance de la iniciativa. “Es importante que nuestro proyecto gane más visibilidad y se implemente en otras escuelas, porque puede mejorar la calidad de la presencia del estudiante en el aula”, afirma.
Por su parte, André, de 17 años, destacó que participar en discusiones políticas, climáticas y económicas fortalece el pensamiento crítico y amplía la capacidad de escucha. “Muestra la importancia de que los líderes mundiales escuchen a niñas, niños, adolescentes, personas de la periferia y a quienes enfrentan todos los días los efectos del cambio climático que ellos debaten sin vivir en la práctica”, señaló, recordando el calor que enfrentan cotidianamente.
Durante el encuentro, los adolescentes también resaltaron intervenciones clave, como el manifiesto de los niños del Amazonas y el testimonio de João do Clima, joven de la isla de Outeiro que ha dado visibilidad a las demandas de su comunidad: “Vivimos aquí, necesitamos respeto y más políticas públicas”, afirmaron al reforzar las palabras del compañero.
El diálogo intergeneracional reunió a niños, adolescentes y líderes de la agenda climática. Según Letícia Carvalho, coordinadora de asuntos internacionales del Instituto Alana, el objetivo fue reforzar que, aunque niñas y niños sean los más afectados por la crisis climática, también son agentes de cambio. “Los niños son profundamente impactados, pero deben participar de estas discusiones”, explicó.
Ella recuerda además que los derechos de la niñez deben ser considerados con prioridad absoluta, principio reconocido por la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU. “Las soluciones para el clima necesitan ser más beneficiosas y creativas; no solo hechas por niñas y niños, sino también para ellas y ellos”, concluye.
LEGADO
“Nuestro principal objetivo es que la COP30 deje un legado, que sea recordada como la COP de los niños, y que inspire a futuras ediciones a garantizar una participación significativa, segura y adecuada de niñas y niños en los próximos años”, afirma Letícia Carvalho.
Ella reconoce el avance representado por la presidencia brasileña al incorporar a la infancia en el centro del debate, pero subraya que la responsabilidad debe ser compartida globalmente. A partir del lanzamiento de la Declaración sobre los niños, niñas, jóvenes y la acción climática, surge un nuevo desafío: “Ahora queremos ver a los demás países, y a las próximas presidencias de la COP, firmando también este compromiso de los adultos con relación a las niñas y los niños”, concluye.
Esta nota fue producida por Amazônia Vox, en el marco de la Cobertura Colaborativa Socioambiental de la COP30. Lea el texto original en
https://www.amazoniavox.com/noticias/view/518/criancas_lideram_dialogo_climatico_na_cop30















