Los países debaten cómo unificar acciones de biodiversidad y clima, pero especialistas advierten que esto podría sobrecargar a las naciones en desarrollo
Autor: Aldem Bourscheit
Traducción: Leandro Manera Miranda/Verso Tradutores
Reunidos en la COP30, científicos y negociadores refuerzan el consenso creciente de que enfrentar la crisis climática exige una mayor protección de la biodiversidad. En este contexto, la integración de las convenciones surgidas en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (1992) se perfila como un paso inevitable para construir respuestas más eficaces y coherentes ante las emergencias ambientales del planeta.
En la práctica, la integración entre estas convenciones globales puede ampliar y reforzar el impacto de iniciativas —como la restauración de vegetación nativa— que combinan beneficios como eliminar CO₂ de la atmósfera, proteger la biodiversidad y combatir la desertificación.
“Ese alineamiento generará una señal política y de confianza para que actores públicos y privados avancen en iniciativas concretas”, evaluó Hugo Mendes, coordinador general de Compromiso y Articulación de la Secretaría de Cambio Climático del Ministerio del Medio Ambiente y miembro de la delegación brasileña en la COP30.
En Brasil, esa coordinación es decisiva para transformar compromisos en práctica: sin integrar las agendas, los impactos económicos pueden seguir debilitando la implementación necesaria de las tres convenciones surgidas hace tres décadas en la Cumbre de Río de Janeiro.
En este contexto, Júlia Shimbo —investigadora del Ipam (Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia) y coordinadora científica de MapBiomas— subrayó cómo la conversión de la selva amazónica en áreas agropecuarias afecta la biodiversidad. “Más del 40 % de las emisiones brasileñas provienen del cambio de uso de la tierra, especialmente de la deforestación”, afirmó.
Con una base de datos que reúne cuatro décadas de imágenes satelitales, la científica destacó la importancia de restaurar ecosistemas y fortalecer la conexión entre unidades de conservación, territorios indígenas y otras áreas protegidas para que un mayor número de especies pueda adaptarse a la crisis climática.
“La biodiversidad no conoce fronteras. Necesitamos comprender los biomas como sistemas interconectados, donde la pérdida de un fragmento repercute en el conjunto”, señaló Shimbo.
Atenta a este escenario, la investigadora del Woodwell Climate Research Center y profesora de la Fundação Dom Cabral (FDC), Ludmilla Rattis, subrayó que la necesaria articulación entre clima y biodiversidad también pasa por la agricultura.
“No es posible aumentar la producción a costa de la selva amazónica y de otros entornos naturales. Eso reduce la productividad porque destruye los servicios ecosistémicos de los que depende el agronegocio”, afirmó.
Por eso, defiende políticas rurales que creen “paisajes a prueba del clima”, basadas incluso en proyectos de restauración ambiental —previstos en la legislación forestal— para conectar unidades de conservación y otras áreas protegidas. “Es la fruta más madura para cosechar ahora”, dijo.
Rattis también destacó la necesidad de ampliar los incentivos económicos para contener la deforestación en las propiedades rurales, acercando producción y conservación. “El productor no va a renunciar a la tierra si no existe compensación por el costo de oportunidad. Tenemos que ser pragmáticos, porque el tiempo corre en nuestra contra”, advirtió.
Por su parte, la doctora en Manejo de la Biodiversidad por la Universidad de Kent, Patrícia Médici, subrayó que especies como el tapir son clave para la permanencia de las selvas tropicales y de su biodiversidad, ya que dispersan semillas y moldean los hábitats. “Contribuye a mantener los ecosistemas resilientes, y eso forma parte de las soluciones climáticas”, afirmó.
Ante este escenario, la investigadora recordó que la desaparición de estas especies representa una pérdida de biodiversidad capaz de colapsar procesos ecológicos esenciales. “Existe una infinidad de bosques vacíos en Brasil, que parecen intactos, pero han perdido sus funciones ecológicas porque los animales que los sostenían ya no están allí”, advirtió.
Las científicas Rattis, Shimbo y Médici participaron en un debate sobre cambio climático y conservación de la biodiversidad en Brasil, organizado por el Instituto de Pesquisas Ecológicas (IPÊ) durante la COP30 de la Convención del Clima, en Belém.
Acelerando la integración en la COP30
La integración de las tres convenciones comenzó a debatirse el martes 11 en la COP30. “Mientras países como Brasil impulsan una deliberación más ágil, el grupo árabe pidió cautela”, declaró Juliana Marcussi, gerente de política climática y mercados de carbono del organismo LaClima.
Los países árabes pidieron frenar el ritmo porque, según apuró ((o))eco, temen que la articulación entre las convenciones genere nuevas obligaciones, modifique el sistema de gobernanza climática y afecte sus intereses económicos —especialmente en lo relacionado con los combustibles fósiles.
“Si no hay acuerdo, todo queda para el año que viene y la ventana para convertir la sinergia en resultados concretos se estrecha”, resaltó Marcussi.
Por eso, considera que los debates deben dejar atrás la teoría para orientar decisiones y financiamiento. “El mejor escenario sería una decisión que formalice esta discusión en la Convención del Clima y cree un grupo de trabajo para definir cómo se dará esta sinergia”, afirmó.
En otras palabras, la expectativa es que se ponga en marcha un esfuerzo estructurado y permanente entre las secretarías de las tres convenciones, resumió Mendes. “La idea es que una acción en una convención genere beneficios también para las otras”, detalló el secretario del Ministerio del Medio Ambiente.
Sin embargo, subrayó que ese proceso no puede imponer nuevas cargas a los países en desarrollo, como recortes de recursos. “Cada convención tiene compromisos propios y reportes distintos, y su financiación debe seguir siendo específica. Es inaceptable que los recursos se contabilicen de forma unificada”, afirmó.
Al reforzar que la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la desertificación son caras de la misma emergencia, la integración de las convenciones puede marcar una nueva fase de la gobernanza ambiental global. El desafío ahora es alcanzar consenso político y asegurar mecanismos de financiación duraderos que produzcan resultados concretos.
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Esta nota fue producida por ((o))eco en el marco de la Cobertura Colaborativa Socioambiental de la COP30. Lea la nota original en: https://oeco.org.br/reportagens/cupula-de-belem-pode-acelerar-a-integracao-de-convencoes-da-rio92/















